La acuarela es una técnica de pintura muy utilizada especialmente por los grandes pintores. La apasionante historia de la acuarela nos muestra un raconto progresivo de los hechos cronológicos que llevaron al desarrollo de este arte.
En un principio no fue muy valorada ya que la pintura del barroco tenía a los grandes frescos de la capilla sixtina y de las catedrales de Roma pero progresivamente, la técnica de la acuarela fue cobrando importancia.
En la modernidad es ampliamente utilizada y enseñada por maestros pintores a niños y adultos.
La acuarela no destacó tanto en ciertos
países europeos donde se podria pensar que tuvo éxito. En Francia se nutrieron con la técnica de la acuarela pintores
románticos como Géricault o Delacroix. Les atraía la ductilidad que proporcionaba para representar la luz. Tuvo una
influencia menor en el movimiento
impresionista que se desarrollaba en Europa a finales del siglo
XIX, aunque algunos artistas aprovecharon su rápido secado
para captar el instante fugaz. En España
fueron diestros acuarelistas Mariano Fortuny y Ricardo Madrazo
entre otros. El empleo de la
técnica de la acuarela estaba más extendido en
Estados
Unidos. Sus principales representantes a partir de 1870 eran
John Sargent y Winslow Homer, el primero con escenas europeas
brillantes y el segundo con representaciones realistas y
absolutamente espontáneas de los bosques de Maine y de
escenas caribeñas.
En el siglo XX, la acuarela ha tenido un papel
relativamente pequeño, destacando ocasionalmente en la
obra del postimpresionista francés Paul Cézanne y
del vanguardista suizo Paul Klee. Sin embargo, en general, ha
quedado eclipsada por sus parientes más brillantes y
expresivos, el gouache y la pintura acrílica.
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